lunes, marzo 31, 2008

Detrás del marco de la foto

Un poco al hilo de lo que comentaba la semana pasada, creo que es muy... no sé, gratificante, divertido, interesante... lo que sea, fijarse en lo que no está mirando todo el mundo.
Es como si cogieras una fotografía y la recortases para meterla en un marco de fotos. Nunca me ha gustado hacer eso. A veces lo mejor está fuera de plano, y yo no quiero perderme nada.
Por ejemplo, esta foto del primer cumpleaños de mi hermana (la distorsiono porque no sé si quiere salir).

Lo importante en esta foto es la escena del cumple: la tarta, la vela, los papás y la cumpleañera.
Pero, por suerte, a nadie se le ocurrió enmarcarla y cortar para siempre la cara de satisfacción de la que mete el dedo en la tarta mientras nadie mira.

lunes, marzo 24, 2008

Lo mejor son los pequeños detalles...

Parece que muy poca gente sabía cuánto me gustan las procesiones de Semana Santa. Muchos piensan que son un fastidio (que lo son), aburridas (que lo son), demasiado largas (que lo son)... pero es demasiado fácil y superficial quejarse de eso. Así que les voy a descubrir a ustedes un par de detalles en los que me gusta fijarme cuando voy a las procesiones.
Este año no he podido ir a todas las que habría querido, pero aun así he visto unas cuantas.


Una de las cosas que siempre me viene a la cabeza cuando estoy parada viendo la procesión pasar, es lo poco que soporto a ciertos ciudadanos. Me da por pensar que cuando sea vieja me haré ermitaña y viviré con muchos gatos, para no tener que estar cerca de esta gente. Es un pensamiento que no me agrada, así que trato de aprender de ellos para no cometer errores futuros.

Por ejemplo, estaba con mi padre y mi hermana viendo la procesión del Domingo de Ramos, la que sale de San Pedro. Mi padre se empeñó en sentarse, así que no podía huir. Pues bien, había una señora INSOPORTABLE que le gritaba a su bebé cuando venían los pasos: "mira, mira, dile cosas, pide caramelos, llama a Pepe!!!"

No creo que esté bien gritar en las procesiones, pero sobre todo, no puedes gritar "mira, ahí viene la Virgen, dile guapa!!!" al paso de San Juan. San Juan NO es la Virgen.

En la procesión del miércoles, la de mi barrio, estuve de pie junto a una familia de fuera de Murcia. Conforme hablaban, yo iba elaborando una lista mental de cosas que quería decirles:

-Aquí no se llaman costaleros; costaleros es cuando salen en las noticias de Antena 3.

-No son carrozas, son pasos o tronos.

-¡Coño! que no es la Virgen, es San Juan!!!!

Además de comentarios así (a mí no me perjudican; yo no soy la que pasa por tonta), siempre hay niños muy molestos, cobradores que se te plantan delante justo cuando intentas ver algo... por eso me gusta desconectar y fijarme en las cosas que a todos ellos se les pasa por alto.



Éste es el primer paso de la procesión del viernes por la mañana:

La Santa Cena. Francisco Salzillo, 1763. 1.168 kilos. 28 nazarenos estantes.

Si te fijas, ves que los limones son conejos.


Nuestro Padre Jesús Nazareno. Juan de Aguilera, 1601. 354 kilos. Llevado por 22 mayordomos.


El brazo derecho es articulado, pero nunca lo he visto moverse. Si te fijas, ves que las flores no son flores, sino capullos de seda.

lunes, marzo 17, 2008

Tal como éramos II



Éste es muy fácil, lo admito, pero... ¿quién podría resistirse?
Todavía no he encontrado el libro que busco, así que hago, otra vez, el análisis de cabeza. Vamos con él:
La primera fotografía data de 1927, según el matasellos del oficial de correos que mandó esta postal hace ya 80 años.
Bien, pues en ella puden ustedes ver, al fondo del todo, el Puente de los Peligros, que desde esa fecha ha cambiado muy poco, es decir, que no ha sido arrastrado por el río ninguna vez en todo el siglo XX.
Detrás de él, está la parte trasera del Palacio Episcopal, el Martillo. Y más allá todavía, el Instituto Ldo. Francisco Cascales. Todo esto está tal cual.
A la derecha del puente, se ve la torre del Parador del Rey, que no sé si en aquella época se llamaba así. Ahora también está, con el mismo color y todo, pero es una copia del edificio antiguo, que lo tiraron en los noventa. Ya hablaremos de él más adelante.
En primer plano, tanto a derecha como a izquierda, se ve el depósito de agua, y el edificio donde estaba parte de la maquinaria de los Molinos del Río. Al otro lado del puente, detrás de la torre, veríamos el otro edificio de los Molinos, que ahora es una sala de exposiciones.
Hala, mañana más.

sábado, marzo 15, 2008

Tal como éramos I

Como lo prometido es deuda, aunque tarde, aquí está el primero de mis humildes contracampos.
Esta primera fotografía es el Paseo de la Reina Victoria, allá por los años... a saber. Yo diría que en torno a 1940. Pero claro, como esa época la tengo ya un poco borrosa...
Y aquí tienen el mismo lugar el 11 de noviembre de 2007. Aunque el Hotel Victoria sigue estando a mis espaldas (ahora como casas particulares y un pequeño centro comercial), el Paseo como tal no existe. Ahora tienes que decir "Martínez Tornel", o "principio de la Gran Vía", aunque todo el mundo te entiende si dices "Hotel Victoria".
Este contracampo es un poco complicado por lo mucho que ha cambiado todo. Por ejemplo, todo el barrio de la izquierda, donde está esa pequeña terraza, desapareció una noche de los años 50, creo, para hacerle hueco a la Gran Vía. Pero vamos, que esto tengo que investigarlo un poco más, porque la cosa tiene miga.
Hala, con esto y un bizcocho... ya saben.


viernes, marzo 14, 2008

La primavera ha venido, y no sé cómo ha sido...


Ya es primavera en las calles de Murcia.
Llevaba semanas anunciándose, advirtiendo de que pronto vendría para quedarse... y ya está aquí.
Ya se huele a azahar y a claveles, y la gente se ha tirado, literalmente, a la calle.

miércoles, marzo 05, 2008

Kilos y kilos de lectura acumulada

Llevo ya varios días dándole vueltas, y es que mi extraña manía de llevar varios libros a la vez, al final ha podido conmigo.
Esta tarde he dado un repaso a la habitación para saber cuántos eran, por curiosidad, y así es como ha quedado la cama.Éstos son los libros que repaso por las mañanas (además de los que no me traigo de la biblio), los de lectura que tengo empezados, y algunos que están en cola.

Por ejemplo, Cinco moscas azules, de Carmen Posadas, que me lo compré el viernes, después de haber conocido a la autora. Cuando conseguí hablar con ella le dije: Tengo que admitir que nunca he leído un libro suyo; pero estoy enganchada a los artículos, muchas gracias.
Eso fue martes por la noche, y el viernes ya había empezado. Pero me obligué a dejarlo porque es materialmente imposible seguir así.
También hay tres libros que son regalo de Ludovica: Audrey Hepburn en el recuerdo, La bruja de Portobello, y el Manual de la perfecta cabrona, dos de mi cumple, y otro de esta Navidad.
¿Qué más? Ah, claro! Harry Potter, cómo no. En otras circunstancias ya lo habría terminado, como mi primo, que se lo leyó en día y medio, pero es que como ya me lo leí este verano por partida doble... pues me permito ir más despacio.
También está Nieve en Venecia, un libro del que me enamoré en el Fnac un día de agosto/septiembre pero no lo compré (creo que lo dejé para comprar El niño del pijama de rayas :S); luego lo volví a ver y me volvió a fascinar el resumen de detrás, pero tampoco lo compré. Después mi madre lo estuvo buscando para mi cumple por toda Murcia menos en esa tienda, así que no lo encontró, y ya no lo volví a ver. Fue en Madrid, en la Casa del libro, donde conseguí comprarlo el día del concierto de las Spice Girls.
Allí mismo también compré Cien años de soledad, un libro que ya había intentado que me comprara mi madre, también allí, cuando fuimos para la prueba de Antena 3.
En cuanto a Nieve en Venecia, igual que con El niño... me imaginé una historia bastante más de mi gusto que la que realmente cuenta, aunque el libro está bien. Puede ser que un día me lance a escribir mis propias versiones de éstos dos.
Cien años de soledad, no lo he empezado porque es demasiado gordo y no quiero dejarlo a medias, así que seguramente caiga en verano.
Y por último, Firmin, los últimos 16 euros y pico que me gasto en un libro hasta dentro de mucho, porque después del portátil estoy bastante pobre :( Sólo llevo unas 20 páginas, pero de momento, por lo menos, no está mal.
El resto, libros de los de estudiar. Hay algunos de los que estoy especialmente orgullosa porque son los primeros que me compré para el doctorado. Y los demás, de la biblioteca (que por cierto, ahora que lo veo, llevo retraso con el de Rodrigo Alsina; mañana lo devuelvo).
Bueno, todo este rollo venía a que me hacen falta varios pares más de ojos. Uf!

sábado, marzo 01, 2008

Trabajo, sueños y otras cosas

Acabo de tener un sueño. Pero no un sueño cualquiera, sino uno importante, de esos con sentido, así que, como ahora duermo rodeada de papeles y bolígrafos, he podido tomar nota antes de que se esfume para poder reflexionar sobre él.

Hace unos días, una compañera del trabajo (que tampoco sigue en la tele), intentaba convencerme de que llevara mi currículum con el de ella para ver si nos contrataban otra vez. Le dije que ni loca, porque no había nada que me apeteciera menos que volver allí. Es así; ahora soy más feliz. Peeeero es obvio que antes o después voy a tener que trabajar en algún sitio, al menos hasta que consiga una beca. Aquí es donde comienza el sueño.

Lunes (éste lunes) por la mañana. No sé cómo, estoy en la tele. Nos han llamado a las dos para trabajar en un programa en teoría informativo y de calidad (ya por la tarde comprobé que no era así). Vuelvo a mi antigua mesa, el chico que estaba allí retira con gusto sus cosas, mi antiguos jefes encantados de tenerme allí... todo bien, salvo que yo estaba preocupada porque no sabía a qué hora iba a salir y no iba a poder ir a la biblioteca a estudiar.

Va avanzando el día, y voy recordando todas las cosas que solía hacer en un día normal, y me imagino que estoy en la calle y hago una lista:
-La brisa en la cara.
-El sol del mediodía en la cabeza.
-El café de por las mañanas.

La lista iba a seguir, pero en ese momento me interrumpe uno de los jefazos. Hacemos el programa (que ya he dicho que al final no me gustaba), nos cuenta sus problemas como hacía siempre, hay mucho estrés por la redacción... vamos, lo que era un día normal.
Esto ahora escrito, y conforme pasan los segundos va perdiendo mucha emoción e intensidad, lo sé, pero os aseguro que he pasado toda la noche trabajando.

Mientras todo esto ocurría, yo seguía haciendo planes mentales para ver cómo podía hacer para organizarme de nuevo la semana. Más avanzado el día, lo que quería era irme de allí y no volver el martes. Al fin y al cabo, me habían liado para estar allí, porque yo no conseguía recordar cuándo demonios les había pedido que me dejaran volver. Seguro que todo había sido culpa de la otra. Llegado a este punto, tengo que decir que la otra no era realmente la otra sino un personaje de ficción que, para que me entendáis más, es más o menos como la "zorra implacable" de House (pero tampoco era esa).

Al final del día, cuando ya estaba de noche (el momento habitual de salir de la tele), mientras el jefazo de antes intentaba hacerme una serie de tests que, según él, demostrarían si yo iba a seguir trabajando o estudiando, el otro jefazo se acerca muy muy enfadado al despacho, y se descubre todo el pastel: la otra, cansada de que le dieran largas para volver, se había inventado que nos habían contratado, con el pensamiento de que, si hacía muy bien el trabajo mientras que no se sabía la mentira, luego la dejarían allí (¿por qué me metía a mí en esto?).

Al poco, suena el Please don't stop the music que me despierta todos los sábados a las 7:30. Y cojo el móvil y lo apago encantada, y doy gracias a lo que sea porque necesito hacer lo que estoy haciendo, aunque me levante un sábado a esta hora. Siempre está bien ver amanecer...

pdt.: no me da tiempo a corregir porque, claro, tengo clase; así que perdón por los fallos.