domingo, diciembre 28, 2008

domingo, diciembre 21, 2008

La noche de los sueños

Creo que hay pocos momentos en el año en los que la gente se duerma con una sonrisa en la cara. Una sonrisa por acostarse soñando con lo que podría pasar mañana, cuando un niño saque de una bola gigante el número que con tanta ilusión compraron y colocaron en el lugar más importante de la casa.

Es otra de las cosas que mi primo me discutía el otro día, al pasar frente a Doña Manolita. Él me decía que de ilusiones no se vive, que prefería gastarse los 20 euros en otra cosa.
¿Cómo que de ilusiones no se vive? ¡¡La ilusión es como el aire que respiro!! No conozco nada mejor en lo que gastar el dinero que en un poco de ilusión y esperanza.



Esta noche flotan en el aire coches, viajes, hipotecas eliminadas, la oportunidad de dejar el trabajo, de cantarle las cuarenta al jefe, de tapar púas, de arreglar la casa, cambiar los muebles... Por mi parte, un vestido de la calle Trapería.


Felices sueños.

viernes, diciembre 19, 2008

De viaje a Madrid. Parte 2.

Aquella noche fue surrealista. Mucho. Hubo un momento en el que cuatro renos escuchaban chistes de Eugenio contados por un quinto reno.
Al día siguiente, amaneció nublado y habían dado lluvia pero, ¿por qué extraña razón nos íbamos a llevar los paraguas? a ver, ¿para qué? Total, que nos vestimos y partimos rumbo hacia Plaza de Castilla a ver la exposición de Star Wars. Al salir del metro ya llovía.
Justo cuando íbamos a entrar, empezó a nevar un poquito. Como fanática de la nieve que soy, me hubiera quedado con gusto en el patio pero, como fanático de Star Wars que es, mi primo exigió entrar.
Entramos y aquello no estaba mal; es una verdadera lástima que sólo haya visto una de las películas enteras, y porque no me dejaron salir del cine. Para mí, no es Star Wars, sino La Guerra de las Galaxias, no son "jedais" sono jedis a secas, el mejor protagonista es Han Solo y el traje más chulo el de las ensaimadas de Leia. Pues ni estaba Harrison Ford, ni el vestido de las ensaimadas.
Pronto, Ludovica y yo encontramos algo divertido que hacer allí. Igual que cuando quiero que mi padre cambie el fútbol en la tele, me puse a hacer preguntas desquiciantes, que no le sentaron muy bien a todos los frikazos que había por allí pegando saltitos, agarrados a sus cámaras de fotos: -Ginés, ¿qué diferencia hay entre esos dos Chewacas? -Uno es el joven y otro el viejo.
-¿Pero cómo lo sabes? Parecen iguales!
Delante de un muñeco-personaje con forma de babosa: -Ginés, mira, corre, tienen la babosa gigante del Slurm de Futurama!!!!
Delante de un cuadro de un ewok con un bebé, Ludovica y yo: -Oooooooooooh, qué moooooonooooo, parece un oso amorosoooooooo.
Y luego delante de la figura del Ewok: -Ooooooooh, uy, ¿pero dónde está el bebe? Ginés, ¿dónde está el bebé? Mmm tiene la barriga muy grande... ¿estará embarazada?
Al final nos fuimos antes de que nos echaran y al salir todavía nevaba un poco. Pero pronto empezó a llover, y con fuerza. Yo creo que fue mientras íbamos al Bernabeu, vete a saber por qué. Porque Ludovica: -Ginés, ¿tanto te gusta el Real Madrid? Mira que hoy está cerrado y no se puede entrar al estadio.
-No, si no soy del Real Madrid.
(Mirada de odio).
-Y no me gusta el fútbol.
(Mirada de odio de grado 2).
-Si sólo es para hacer una foto para mi padre.
-¿Y por qué narices andamos bajo la lluvia? ¡Vamonos! Se acabó el Bernabeu.
Y nos fuimos a comer. Como nosotros entramos gratis a la exposición y Ludovica tuvo que pagar, la invitamos a comer en un sitio muy súper cool fashion donde lo que se dice comer, no comimos mucho. Pero salieron unas fotos más chulas...
Luego (por supuesto, seguía lloviendo), echamos a andar hacia el barrio de Salamanca, aquel lugar donde yo tenía que haber nacido. Porque ahora, a mis años, no me puedo volver pija, pero nacer allí directamente tiene que estar bien. De camino, nos encontramos con el Museo Arqueológico, un lugar calentito, seco y gratuito, así que entramos a ver qué había. Lo que vimos estaba súper bien, pero sólo estaba abierto el piso de abajo por culpa de las obras. Eso no quitó para que nos echáramos una siestecita viendo un vídeo de los Tesoros del Museo. Pero al final, tuvimos que salir otra vez a la intemperie. Y después de mojarnos, mojarnos y mojarnos más todavía, y de que Ludovica casi perdiera los dos ojos por culpa de los paraguas de la gente que iba seca por la vida, llegamos a Tiffany's. En el camino a Tiffany's es donde van todos los ahhhhh y ahhhhh que decía ella en los comentarios de ayer, porque allí, en las calles Serrano, Ortega y Gasset y demás, las tiendas son preciosas y muy muy caras.
Así que llegamos frente a la joyería, nos hicimos las fotos de rigor y no entramos porque ellos dos no quisieron. La verdad es que teníamos mala pinta, con los abrigos chorreados y chorreantes de todo el día, y los zapatos empapados, pero... bah, de todas formas, me decepcionó bastante el sitio. Después buscamos un metro (que no te creas que es fácil porque por allí no se suele coger el metro), y nos fuimos a Fuenlabrada, donde Ludovica hizo unas estupendas tortillas de patatas para todos.

jueves, diciembre 18, 2008

De viaje a Madrid. Parte 1

A las 10 de la mañana del viernes mi primo y yo pisábamos tierras madrileñas. Yo ya había hecho muchas veces ese largo camino desde Aranjuez hasta Atocha, más de media hora en la que la mitad del tren, ya nervioso, se pone en pie y empieza a coger maletas, y al final acaba sudando la gota gorda sentado en el brazo de cualquier asiento y cargado de bultos durante los 25 minutos siguientes, mientras el tren avanza despacio, muy despacio, hasta la penúltima parada. Aun así, volví a cargar con todo.
Para mi primo era la primera vez, así que le conté lo primero que iba a pasar al saltar al andén: -Ginés, lo primero que se ve y se siente al llegar a Madrid es mucho frío, mucha oscuridad y gente corriendo de un lado para otro.
Y es que Atocha es eso.
Después de subir y bajar muchas escaleras cogimos el cercanías hasta Fuenlabrada, donde nos esperaba Ludovica. Fuimos a su casa, se la llenamos de enredos y nos volvimos a Atocha, desde donde echamos a andar hasta la Puerta del Sol, lugar al que no llegamos hasta después de la comida porque sentimos la necesidad de dar algunos rodeos.
Comimos en una argentina, estudiamos los pros y los contras de convertirnos a la Cienciología (decidimos dejarlo para otro día porque en ese momento los tres éramos carne de secta), vimos una tienda muy chula, volvimos a la argentina, tomamos un café en un irlandés... y llegamos a Sol, donde Ludovica siguió su rumbo vital y nosotros el nuestro.
Recuerdo la primera vez que aparecí frente a la Puerta del Sol, la luz que tenía y el rampazo de nervios que me recorrió, y por eso me costó tanto trabajo creer que a mi primo aquel edificio no le pareciera interesante, ni digno de fotografiar, ni nada de nada. Fue la primera vez que pensé en abandonarlo a su suerte. ¡Despreciar la Puerta del Sol ante mis propias narices!
Luego echamos a andar y llegamos al Metrópolis, que tampoco le hizo mucha ilusión, y a la Cibeles, y vimos de lejos la Puerta de Alcalá que le hizo soltar un "no me dice ná". Vimos a un reportero del CQC que no le pareció suficientemente famoso, y seguimos nuestro rumbo hasta el Prado. Como somos parados oficiales, la entrada era gratis y entramos más contentos. Aunque claro, ni el Prado puede competir con la tienda de objetos de arte toledano que hay enfrente, y que tuvimos que visitar varias veces esa tarde (sólo las espadas) a pesar de mis negativas, así que vimos todo el museo en poco más de media hora. En venganza, no fuimos al Reina Sofía a ver el Guernica (lo siento :-) ). También pasamos frente a la Bolsa, el Ritz y el Palace y todo eso. Aquella noche había una luna enooooooorme.

Volvimos sobre nuestros pasos y fuimos a por una tarta de chocolate para compensar a Ludovica por los siguientes días y paramos a merendar. Los míos son los navideños.

Ya de vuelta, Ludovica nos llevó a cenar a un lugar llamado Picalagartos, donde mi primo empezó a sentirse realmente cómodo en Madrid. Pero eso es otra historia.

martes, diciembre 16, 2008

De vuelta

Por fin estoy aquí, sana y salva. No no, sana no. He vuelto mala, pero mala mala, así que os cuento rápidamente cuatro cosas y me vuelvo a la cama a morirme tranquilamente allí.
El viaje muy bien, la tortilla de Ludovica genial, mucho mucho andar, regalos para todo el mundo, museos, lluvia, lluvia y más lluvia, nieve, más andar, dolor de cuerpo (iba a decir de pies, pero es de cuerpo), aspirinas, ibuprofenos, más andar, mucha gente, contención de mi ira interna (tuve que contenerme mucho para no abandonar a mi primo en más de una ocasión; lo siento, Ginés), mocos, descubrimiento de partes desconocidas de la ciudad, libros, carrusel gigante, luces, tren de la Navidad, dulces, japonés, Picalagartos, Star Wars, Tiffany's, Así, Juan Bravo... y los "problemas" siguen donde mismo a la vuelta.

Aquí os dejo todo esto, apuntado para que no se me olvide. Cuando pueda tenerme en pie os cuento.
¡Feliz Navidad!

jueves, diciembre 11, 2008

Me voy

Nenes, que me voy. Ya contaré el martes o cuando pueda qué tal ha ido el viaje por si a alguien le interesa.
De entrada pinta bien, bastante mejor que cuando hace unas semanas mi primo y yo nos gastamos los ahorros en dos billetes de tren y luego nos dimos cuenta de que no teníamos dinero para pasar allí tantos días (ni comer, dormir, etc.). Desde entonces hemos hecho muchas visitas, cantado algunos villancicos (por aquello de pedir el aguinaldo) y puesto en marcha muchos negocios que no llegaron a buen puerto (como por ejemplo cuando pensamos que la solución a nuestros problemas era el Rasca de la ONCE, y jugamos algo menos de 2 euros, y nos salió premio cinco veces y la que hizo seis yo dije: "Ginés, vamos a comprar un número de los ciegos y a hacer papeletas" y él dijo: "No, una más, que ahora nos toca uno gordo", y lo perdimos todo).
También hemos descubierto que con la tarjeta del paro entras gratis en muchos sitios, hemos hecho listas y más listas de lugares para visitar (la biblioteca de la Universidad, verdadero motor de mi viaje, no está en ellas [muy mal, María, muy mal, así no vas a llegar a ningún sitio] aunque claro, por otra parte, da pie a un segundo viaje)... en fin. Tenemos que dar las gracias a Ludovica, que nos acoge amablemente en su casa y se ha ofrecido a prepararnos una de sus famosas tortillas de patata o de lo que surja.
Hasta más ver!!

martes, diciembre 09, 2008

De paseo por Granada

Ayer fui con mi padre a llevar a mi hermana y su amiga a Jaén, y mi increíble poder de persuasión funcionó y conseguí que mi padre se desviara para comer en Granada porque, sinceramente, ya estoy hasta las narices de Jaén, y yo lo que tenía gana es de ver la nieve aunque fuera de lejos.
Por desgracia, el tiempo no acompañó mucho, por no decir nada, y no sólo no nevó, sino que estuvo lloviendo (diluviando) la mayor parte del viaje, así que volví a Murcia helada, calada hasta los huesos y cabreada porque se despejó el cielo nada más entrar en la Región de Murcia.
Cuando las nubes dejaban un hueco, se podía ver Sierra Nevada así:

Luego estuvimos andando un rato por Granada

y aprovechamos para pasear por uno de los pocos sitios donde no había estado las tres veces que había ido allí: la Carrera del Darro


y ésta es la casa que me voy a comprar. Puede que tenga algún problema de humedades, pero es bonita. Además, tiene muy cerca la parada del burro-taxi:

sábado, diciembre 06, 2008

Doce meses, doce palabras

No sé si recoradán ustedes "el momento más vergonzoso de mi vida", que tuvo lugar hace un año.
Puedo decir, orgullosa de mí misma, que superé el trago mejor de lo que me esperaba, y llevo un año diciendo a voz en grito que no fue nada, que no tiene importancia, que lo pasado pasado está y que está más que superado.
Pues bien, como es Navidad (y en Navidad hay que decir la verdad, como dicen en Love Actually), diré que en momentos como éste no estoy segura de nada. Quizá sea la Navidad, o los adornos, o el frío (aunque hoy no haga mucho), o la gente paseando agarrada por la calle, o los villancicos, o la puñetera Mariah Carey y su All I want for Christmas... o vete a saber qué, pero hay veces que una canción escuece cuando la oyes.

Velocidad y descontrol
La magia del primer encuentro
Paranoia y éxtasis
Películas y aburrimiento
Un misterio no resuelto
Y tres virtudes que no tengo
Son doce palabras
Son doce uvas blancas
El año se acaba
Y no hay noticias de ti
Doce meses esperando
Oir tu voz al otro lado
El teléfono callado
Tus doce dígitos guardados
Marco el número maldito
Y no consigo hablar contigo
Son doce palabras
Son doce uvas blancas
El año se acaba
Y no hay noticias
No hay ni rastro de ti
Doce santos y patronos
Del desamor y el abandono
Doce rezos y promesas
Que aún no han sido satisfechas
Las doce sonaban
Las doce campanadas
No creo en las hadas
Y mi carroza es una calabaza
Son doce palabras y me olvido de ti.
Doce palabras. Amaral.