Total, que ya sólo queda comprobar si este año, para variar, alguien se acuerda de felicitarme por mi santo (el día 1, por si alguien se anima :P).
Año Nuevo es un momento para repasar qué tal nos ha ido, qué ha salido bien y qué mal, qué podemos mejorar... también es un momento para proponernos ser mejores que el año anterior y hacer los típicos (y bastante inútiles)propósitos de Año Nuevo. Pero como soy una persona y por lo tanto tengo la obligación de tropezar infinitas veces con la misma piedra, cada año me propongo una lista de cosas para tratar de hacer. Tenía un profe en el instituto que nos dijo que hacer una lista con muchas cosas para hacer era importantísimo, porque si tenías 10 cosas en la lista seguro que haces alguna, pero si tienes una lista casi vacía nunca haces nada.
Sin toda la parafernalia de las listas, hay distintos momentos a lo largo del año en los que me gusta proponerme un cambio: los lunes por la mañana (a partir de esta semana estudiaré todos los días), al principio del verano(a partir de ahora va a ser un verano magnífico), a la vuelta de las vacaciones (una María nueva y mejorada); en mi cumple (tengo un año más, así que se note)... y luego ya, Año Nuevo.