lunes, abril 28, 2008

Una cosa más para la lista


Yo no tengo la culpa; nací así, ¿qué le voy a hacer?
Si ya se me da mal el deporte cuando sólo tengo que utilizar mi cuerpo, ¿cómo va a ir mejor la cosa teniendo que tirar de algo postizo?
El domingo mi padre me llevó a jugar al tenis por primera vez en... yo qué sé los años, ocho por lo menos. Me llevó porque no puede vivir si no juega al tenis todas las semanas, y como mi primo no iba este finde, pues me tocó a mí.
Cuando llegamos al polideportivo, me llevé la primera decepción: yo no iba vestida de jugar al tenis; la gente allí iba fashion total, y yo iba francamente cutre. Eso sí, la raqueta más bonita seguía siendo la mía, con su impecable funda lila.
Otra decepción fue comprobar que nuestra pista estaba rodeada de otras pistas. Los de mi derecha jugaban bastante bien, y pasaban del resto de la gente, pero los de la izquierda... no hablaban español, pero podía notar cómo se reían de mí en otro idioma cada vez que mi padre me daba con la pelota. ¡Es una sensación muy molesta!
Además, las verjas que separaban las pistas eran demasiado bajas, así que repartí varias pelotas entre la gente de alrededor. Y yo decía: papá, ¿por qué no podemos jugar en una pista de esas con paredes? Pero nada.
Cada dos por tres, tenía que oír a mi padre diciendo que no sólo juego mal, sino que además lo mío es contagioso, lo cual no es muy motivador que digamos. Luego se empeñó en que cambiara de raqueta y cogiera la suya nueva, que por lo visto es lo más de lo más de las raquetas, pero al cabo de cinco minutos, no sé por qué, me la quitó.
Total, que un poco antes de terminar la hora, sentenció: "Hija mía, dios no te ha llevado por los caminos del tenis". Y nos fuimos.

jueves, abril 17, 2008

Y entonces llegó Ally


Hace nueve años, por estas fechas, Ally llegó a mi vida. Y llegó para quedarse. Para bien o para mal, forma parte de mí.

Desde entonces, siempre ha estado en mis mejores y peores momentos, sobre todo en los peores. Traía la música, los amigos, y el mundo perfecto donde todo se soluciona al final del capítulo, donde se te permite soñar, incluso tener alucinaciones... donde ser diferente estaba bien visto.

Con el tiempo llegué a ser una verdadera experta en la serie; la veo en español, pero a veces la cambio al inglés, o incluso el alemán, conozco el título de casi todos los capítulos, me doy cuenta de los cambios de dirección y producción, reconozco de inmediato a los actores que salieron alguna vez en la serie... incluso sé qué capítulos se estaban grabando cuando fui al concierto de Vonda Shepard. No la he visto tantas veces; simplemente, conectamos.

Con el paso de los años ha cambiado mi forma de verla. Ahora, siendo mayor, hemos sufrido a la vez desengaños, momentos eufóricos, temidas vísperas de cumpleaños, primeras citas desastrosas... ha sido divertido.

Todo este rollo (que me deja muy mal parada, la verdad) venía porque estos últimos meses he ido recogiendo lo que ella llama 'macbealismo', es decir, frases, neuras y demás, que muchas veces podrían salir de mi propia boca, y que voy a ir escribiendo aquí cuando me venga bien, igual que alguna vez he hecho con letras de Fangoria.

Esto es todo lo que puede salir hoy de mí. Simplemente, hoy no me encuentro bien.

jueves, abril 10, 2008

En lo más alto de la más alta torre...

Ayer pude ver cumplido uno de mis sueños más antiguos: subir a lo más alto, a la torre de la catedral.
Puede parecer poca cosa, pero desde que tengo uso de razón he querido subir allí arriba. Así que cuando volvieron a abrir la torre al público me alegré un montón (aunque hasta ahora no había tenido ocasión de ir), y cuando una de las amigas de mi hermana dijo que no podía ir y me quedé con su puesto... ¿cómo rechazarlo?
Tenía todo preparado: la cámara de vídeo, la de fotos, pilas... Hasta que no estuve allí no podía terminar de creer que fuera a subir de verdad. Tan emocionada estaba, que olvidé un pequeño detalle: tengo un vértigo que me muero.
Todo empezó nada más entrar al museo para reunirnos con el resto del grupo. Habían dejado al descubierto parte de los restos de la antigua mezquita y había que andar por un cristal para llegar al otro extremo de la habitación. Aquí no sabría decir qué era peor: el vértigo provocado por el hecho de que el suelo real estuviera a varios metros de mis pies, o el miedo a morir atravesada por un cristal de dos centímetros de grosor si éste se rajaba con el peso de toda la gente.
Luego empezamos a subir. Estaba tan contenta que iba pegando saltos, que es como ando cuando estoy feliz. El guía había amenazado con pendientes muy pronunciadas, pero tampoco era para tanto, así que, una vez que dejé de hacer el idiota (en la tercera rampa), subí bien. Además, hace años subí a la Giralda, y más o menos es igual, solo que la otra tiene escalones a partir de la parte cristiana. Pasamos por la puerta del archivo (donde, por supuesto, no te dejan entrar), por la habitación donde se escondían los que se acogían a sagrado (lo mejorcito de la sociedad murciana del s. XVIII-XIX), la habitación de los secretos, que es la habitación del reloj (tiene una bóveda más baja de lo normal y si te pones en una esquina y hablas bajito, en la otra esquina te oyen como por megafonía. El relojero, que vivía allí, debía de volverse loco...). Luego llegamos al primer balcón, que es donde salían a hacer los conjuros para auyentar todos los males de la ciudad (entre ellos, el exceso de agua).
Hasta aquí, todo bien. Pero a partir de este momento hay que utilizar una escalera de caracol estrechísima y muy, pero que muy empinada y, por supuesto, sin barandilla ni nada. Además, antes de empezar a subirla, el guía ya nos había metido miedo con las campanas y los balcones de arriba: "No os asoméis, se ve mejor desde dentro"; "no se puede pasar por debajo de las campanas; si suenan te pueden reventar los tímpanos, y te pueden machacar la cabeza". Así cualquiera sube con tranquilidad...
El cuerpo de campanas es el último lugar al que se puede llegar. La escalera continúa, pero la mayoría de la torre está hueca, así que no tengo muy claro que me gustara subir (porque si hay algo que me da más vértigo que mirar hacia abajo es mirar hacia arriba :S ). Cuando llegamos se puso a llover y había algo de viento. Cuando saqué la cámara, el guía me volvió a decir que no me acercara a la barandilla y le dije: "Mira, no me acercaría ni aunque me dieran dinero". Luego ya, lo típico: buscar mi casa, los lugares conocidos, las azoteas en las que me gustaría vivir... pero antes de que pudiera hacer una sola foto, ya teníamos que bajar porque los otros señores ya estaban cansados. En fin... volveré.

miércoles, abril 02, 2008

¿Quién se apunta?

En el blog Culturaciones se ha puesto en marcha un gran concurso literario que seguro os va a interesar muchísimo.
La obra de la que está sacada la idea es ésta, sobre la que ya escribí cuando era súper pequeña, allá por el 2006.
Os esperamos en Culturaciones.