jueves, abril 13, 2006
Noche de Reyes o lo que queráis
Que el título no os engañe; no hay ni rastro de Navidad, ni de Reyes Magos ni nada. Lo único que podría justificar el título es la confusión y nervios que hay a lo largo de toda la obra.
Para aquellos que no estén muy puestos en el tema, es una obra de teatro del genial William Shakespeare, no muy larga, pero no por ello fácil de leer. Corrijo, sí se lee fácil, pero muchas veces hay que volver atrás para ver quién es el personaje que habla porque hay tal cantidad de personajes que es complicado quedarse con todos desde el principio.
Resulta que hay un duque que está enamorado de una condesa, y le manda a un chaval, que es una chica disfrazada, para que le hable en su favor. Esta chica impostora ha sobrevivido a un naufgragio, en el que cree haber perdido a su hermano gemelo.
Por otra parte, la condesa no quiere saber nada con los hombres, en especial con el duque, porque está muy apenada por la muerte de su hermano. Pero cuando conoce al chico que le manda el duque queda prendada de él.
Por si fuera poco, la doncella de la condesa, su tío, un amigo de éste y el bufón, traman un plan para hacer creer al mayordomo que se ha vuelto loco.
Con toda esta confusión, entran en escena el hermano gemelo de la chica, que resulta que no murió, pero él la cree muerta a ella, y el chico que le salvó la vida. Al final, un desenlace típico de Shakespeare en el que todo se arregla de pronto, como ocurre también en El sueño de una noche de verano.
¿Por qué te la tienes que leer? Porque siempre hay un par de horas libres para leer al genial autor inglés. Luego está que te guste o no.
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2 comentarios:
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Oye, sobre el libro Un Mundo Feliz, me da dentera. ¿ No te ha parecido tremendo el tema?.
A mi me daba incluso miedo. Vamos , que sobre todo, y aunque hace años que lo lei, me impresionó la idea de que para que todos piensen que son felices y que carecen de preocupaciones, haya que eliminar las emociones, en vez de intentar contentarse con lo que es la vida. Tal y como la conocemos, por supuesto.
Claro que para eso sobran los ancianos, personas enfermas y emociones. Me quitó el sueño, palabra.
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