miércoles, noviembre 11, 2009

Manchester Cap.6 Liverpool


Cada vez que pienso en Liverpool estalla en mi cabeza: Can't buy me looove, everybody tells me so, can't buy me loooooove, no no no noooooo.

Aunque en realidad, la canción que sonaba cuando llegamos era Help!, I need somebody, help! not just anybody, help! you know I need someone, heeeeeeeelp!


















Liverpool no se parecía absolutamente en nada a Chester o York; ni siquiera a Manchester.

Cuando bajamos del autobús, un viento huracanado amenazaba con tirarnos al puerto, y para cuando llegamos al Albert Dock (aunque yo siempre seguiré diciendo Albert Duck), empezaba a chispear. A mí el Dock me importaba tres cuartos, estaba muy chulo, pero yo quería salir de allí cuanto antes para cruzar la ciudad y llegar a la exposición de fotos de Cecil Beaton, uno de mis fotógrafos favoritos. Además, después de que en primavera fui a la exposición del Titanic en Madrid, las maquetas ya no me decían nada. "Yo toqué un trozo del Titanic", dije, y de pronto me vi rodeada de mis compañeros, que se dejaban impresionar con nada.

Cuando salimos, empezó la lluvia. El paraguas era inútil, pero por suerte llevaba el chubasquero. Peeero el resto de mi grupo no, así que salimos pitando no hacia la catedral, que quería ver una de nosotras, ni hacia Beaton, sino hacia un centro comercial muy grande, muy blanco y muy seco.

Después de que me sacaran a rastras de aquella enorme sección de chocolates, tiendeamos un poco y fuimos a comer. Y empezó a escucharse una música a lo lejos. Salí corriendo cuesta abajo dejando atrás a medio grupo, que sospechaba que Fernando Torres estaba en el hotel que teníamos a nuestras espaldas, y preferían no moverse, y me fui al puerto (otra vez al Albert Dock), donde estaban celebrando una especie de festival, y visitamos el autobús de la BBC. Estando allí vimos aterrizar en el agua a uno de los buses híbridos que te enseñan la historia de los Beatles por todo Liverpool. La próxima vez, me monto fijo.




Luego fuimos a ver The Cavern, o La Caverna, que es un sitio cutre-chulo. Nos hicimos mil fotos, y salimos a la calle. Y aquello... aquello era la música hecha calle. En cada esquina había gente tocando, y de todas las de tiendas y locales salía música (y no sólo de los Beatles). La gente canturreaba por todos lados y, de pronto, el sol pareció tener más brillo que en todo el viaje.

Más tarde volvimos (¡qué sorpresa!) al Albert Dock, porque allí es donde está el museo de los Beatles. Muy recomendable, excepto para claustrofóbicos histéricos. Al terminar la visita, me compré un par de cosas, entré en el Starbucks del museo y me pedí un chocolat cream y empezamos a andar hacia el autobús, que estaba como a 150 metros.




















Imaginad: yo, con zapatos de verano (es decir, sin calcetines ni botas impermeables), una mano con un batido, otra con una bolsa, la mochila a la espalda, el chubasquero y el paraguas en la mochila... y se pone a diluviar en cuestión de segundos. Y ahora imaginad que no soy sólo yo la que corre bajo la lluvia sin poder protegerse, sino 50 personas.

Reírnos nos reímos...

4 comentarios:

xnem dijo...

Ja! Cecil Beaton. Todo un señor elegante si señorita, que clase!. Mire una de las primeras expos de fotografía que monté en mi ciudad, fue la de Cecil, con sus modelos rococos, sus marilyns y… tachán los figurines y los trajes ORIGINALES de My Fair Lady. Por supuesto no pude dejar de hacerme un autorretrato con uno de los ENORMES sombreros puesto. Ya se la mandaré, a ver si las escaneo.

María dijo...

Yo quería verlas jooooooo. En la universidad, había un tablón de anuncios con las actividades de cada día y tuvimos el cartel de la exposición casi dos semanas allí puesto. Era una foto de Audrey Hepburn, así que un día dije: total, nadie me va a ver... me lo llevo.
Peeeero alguien se me adelantó!!!!

xnem dijo...

eso es falta de reflejos! de la Audrey también había un saco de fotos. Ahora mismo miro donde andan.

María dijo...

Es que no me pareció bien llevarme el cartel pero mira, ahora lo tendría colgado en el corcho, y no lo tengo.