viernes, diciembre 30, 2011

¿Hay alguien ahí?

¿Hola? ¿Siguen ustedes por ahí?
Ha pasado mucho tiempo, lo sé, y entendería que hubieran emigrado hacia sitios más cálidos donde la gente no se fuera sin avisar. Pero yo soy así. Simplemente un día desaparezco. Y un día lo haré, pero ese día no ha llegado todavía.
El 2011 ha sido un año raro. Tan raro tan raro, que he estado apunto de abandonar mi querido desván sin hacer las maletas ni nada.
Ahora no puedo entretenerme más, pero pronto nos mudaremos. Yo, y el que se quiera venir.
¡¡Feliz Año si no nos vemos antes!!

martes, febrero 22, 2011

La flauta atravesada

Dice Leo que tengo que dedicar 8-10 horas diarias a estudiar para hacer una buena tesis. No es que lo diga ahora, lleva años y años diciéndomelo. Me cuesta muchísimo alcanzar esa cifra, tengo que admitirlo. Principalmente, porque nunca en la vida le he dedicado tanto tiempo seguido a nada, ni siquiera a dormir. Y lo segundo, porque se ve que mi vecina flautista también ha hablado con ella, y la muy puñetera sí que le está haciendo caso. Dios mío, ¿cómo puede estar una persona tantas y tantas horas al día soplando? Soplando, y sin entonar una sóla melodía, porque esa es otra, que ella pita y pita y pita, pero nunca toca nada.
Algunas veces, como tengo una concentración tan pésima, pongo música alta para obligarme a mantener la atención en lo que estoy leyendo o escribiendo, pero esta tortura de la flauta es más de lo que mi mente puede soportar, y primero me obliga a ir una y otra vez al principio del párrafo, luego me hace coger otro libro diferente, y por último, me ataca los nervios y me impide hacer nada. ¡¡Va a acabar conmigo!!

miércoles, febrero 09, 2011

Abriendo el círculo

Por alguna extraña razón que no alcanzo a comprender, el insomnio ha vuelto a mi vida. Entre todas sus consecuencias, buenas (leer, estudiar y ver películas) y malas (cansancio, mala leche y desesperación), hay una que me lleva de cabeza: la prolongación de ese momento de lucidez que tenemos justo antes de dormirnos, en el que lo vemos todo más claro y se nos ocurren las mejores ideas.
Pues bien, esta madrugada estaba yo pensando en mi último post y me he dicho: ¿cómo que cierre de un círculo fatal? ¡No me da la gana! No, hay que ser optimista. No son las mismas circunstancias, ni mucho menos. Y si tengo que agarrarme a un clavo ardiendo para comprobar que es así, lo haré:
Para empezar, los bambos que estrené en el 2006 eran azules y los de este año rosas, así que eso no vale; por entonces, eran finales de febrero y esta vez ha sido justo al principio, así que tampoco vale; en 2006 leía el 6º libro de Harry Potter, que acababa de salir, y este año, además de otros libros, estaba re-releyendo el 4º (y en hospital leía en el e-book), hala, otra coincidencia que tampoco vale. Y para colmo, soy mucho más sabia que entonces; me he llevado muchos golpes duros en estos cinco años, y la próxima vez la caída será de menor altura, así que tampoco mi mente está en la misma situación.
En realidad, lo único que sigue igual es, respondiendo a la pregunta de Metis, el número de canas, que sigue siendo 0 (y doy gracias cada día por ello). ¡Que le den al círculo vital, me niego rotundamente a repetir la historia!

jueves, febrero 03, 2011

El cierre fatal de un círculo vital

La Historia se repite, no me cabe duda. Y las historias, las historias con minúscula, también.
El mes que viene harán cinco años que empecé el blog. Cinco años, y perfectamente podría haber sido ayer.
Cientos de cosas han pasado desde entonces, unas más importantes, otras menos, algunas tan grandes que podrían haber dado un giro megabrusco a mi vida. Pero a pesar de todo, aquí estoy. Por muy lejos que ha llegado todo, hemos ido a parar al mismo sitio. Gente alrededor de una cama de hospital, discusiones en las salas de espera, comidas a deshora, tareas de la casa aplazadas indefinidamente, una necesidad irrefrenable de marcar un teléfono que sé que nadie va a coger... irónicamente, incluso las cosas más estúpidas se repiten: estreno unos zapatos iguales que hace cinco años, y releo los mismos libros.

viernes, enero 28, 2011

Pues no, no cabía

Más bien sí que cupo, pero luego tuve problemas para volver a cerrarla tras pasar la primera noche en Dublín, rumbo a Cork.
Y los problemas fueron aumentando conforme iba comprando más y más cosas (tampoco eran tantas, la verdad, pero es que el espacio era escasísimo!), así que la solución fue comprar otra maleta y facturarla para la vuelta.
Dublín, Cork, Cobh, Limerik, los acantilados de Moher... un viaje chulo. Pero como suelo decir, esa es otra historia, y será contada en su momento (al menos no en la hora de la siesta).

martes, enero 18, 2011

Que no, que no cabe

Mañana me voy de viaje y, como parte de mi doble personalidad, puedo distinguir perfectamente entre mi yo viajero y mi yo casero.
Una de las cosas que más me fastidian de salir de viaje es el no estar en mi casa. Ya, es demasiado obvio que si viajas no estás. Pero es que soy una de esas personas a las que le gusta estar en el plato y en la tajá, como dicen por aquí. Desde semanas antes del viaje, y sobre todo los días previos, todo el mundo sigue haciendo planes para días en los que no voy a estar, y eso me fastidia. Luego otras cosas más normales como que la ducha no es mi ducha, la cama no es mi cama, el wc no es mi wc, ni mi comida, ni mi nada.
Luego está la necesidad de prever todo tipo de cosas para saber qué tienes que llevar en la maleta. Eso se puede complicar hasta el absurdo cuando te vas a Irlanda en invierno. Cualquiera dice: frío y lluvia. Sí, vale, pero también puede ser frío y nieve, frío y no lluvia, o lluvia y fresco moderado. Entonces te entran todos los males: ¿y si me mojo el abrigo el primer día y no se me termina de secar nunca? (hecho real ocurrido en Madrid en diciembre de 2009). ¿Y si me mojo los zapatos? ¿Qué zapatos, los cómodos, o los impermeables? ¿Y si un día tengo que ir a otro sitio y no me valen las botas de montaña?
Sería relativamente fácil meter dos pares de zapatos pero no lo es si sólo puedes llevar una maleta. Y no una maleta cualquiera: una que mida 20x40x55 y pese menos de 10 kg. Lo de los kilos no es un problema a no ser que pienses transportar ladrillos, porque en ese espacio... Ese es el verdadero problema: el espacio. Siete días de ropa interior + un pijama + camisetas y jerséis + lo que llevarías en el bolso (el bolso tiene que ir dentro de esa maleta), véase cámara de fotos, móvil, cargador, el ebook, el monedero con dinero y documentación, y la libretilla donde guardo los planos, reservas y billetes.
Y por último, las cosas de aseo. Todo lo que lleve líquido o lo parezca, en envases de menos de 100ml y metido en una bolsa de congelar de 20x20 o menos.
Que no, que no cabe.
Y ya para terminar, come rápido y pronto, vete al aeropuerto y dos horas más tarde despegas, haces tres horas de avión, buscas un autobús con un 16A hasta una parada en una calle a la que nunca has ido, luego dirígete en una dirección concreta hasta otra calle donde tienes reservada una habitación y, siendo yo, reza para no perderte, porque para cuando llegues será de noche desde hace tres horas, hará frío y llevarás una maleta y la ropa de tres días encima.
¡Pero mi yo viajero me dice que va a ser un buen viaje!

viernes, enero 14, 2011

Bienvenida al 2011

Como parece que el año no termina de ponerse en marcha hasta que hago un repaso de lo pasado y lo venidero, he detenido la preparación de mi próxima aventura un rato para ver lo que debía haber sido el 2010, y lo que realmente fue.
No hice el Camino de Santiago, no subí la Torre Eiffel a pie, no fui a Nueva York, no empecé mi tesis y no publiqué ningún artículo académico.
A cambio, he ganado dos segundos premios, uno de fotografía y otro de cuentos, he trabajado en una librería, he fundado una revista, he cambiado de Universidad, me he sentado en la silla de Ana Blanco en el plató de informativos de TVE, he aprendido a presentar el tiempo con Ana Belén Roy, he dejado con la boca abierta a la mismísima Almudena Ariza haciendo in situs, y he conocido a Rosa María Calaf.
También he reunido a la mayor parte de mi familia en una macrofiesta de 25 aniversario de bodas, he leído 29 libros en sólo un año, he viajado a Castellón y a Madrid, he hecho prácticas en la tele, he acosado a un director de RRHH y, sobre todo, he conocido gente maravillosa.
Después de todo, el 2010 no ha sido tan malo...