jueves, diciembre 16, 2010

Mi último día con Internet

Mis padres han decidido celebrar el nuevo decenio volviendo al siglo XX, así que a partir de ahora no tendré Internet. Podré superarlo (?).
Tendré que ir por ahí con mi portátil buscando redes wifi, tendré que renunciar a ver los nuevos capítulos de Cómo conocí a vuestra madre, a mi negocio nada lucrativo de venta de broches, al mail semanal que le mando al jefe de RRHH de la tele, a enviar currículums, a cuidar de mi granja en Facebook, a colgar las fotos más chulas que me salgan, a leer el twitter de Lady Gaga, a mis charlas de media tarde con los amigos, a hablar con Ludovica por el Skype, a ver películas en el películasyonkis, a dirigir la revista Blú (antigua Mursic), a comprobar las previsiones del Instituto Nacional de Meteorología para ver si va a nevar, a colgaros mi ya tradicional vídeo navideño de felicitación, a mis clases de piano con Mikes... Jop. Me va a costar trabajo. Soy una yonki de la Red.
Por si no nos vemos antes, feliz Navidad.

jueves, diciembre 02, 2010

Hay días en los que es mejor no levantarse

¿Para qué? ¿Para sufrir? Vaya mierda de día.
Me levanto medio mala, con el puente ahí, tan cerca. Luego me doy cuenta de que da igual que sea puente o no, puesto que yo vivo en un día cualquiera de una semana cualquiera de un mes cualquiera y de un año cualquiera, donde tengo que hacer esfuerzos sobrehumanos para que cada día no sea exactamente igual que el anterior, y en los que me cuesta un trabajo horrible no sentirme un parásito enorme que devora las entrañas de esta familia.
Sigo mala y me voy al mercado, a ver cosas que me están cortas, estrechas, las dos cosas, o que encima son feas, que dan la corriente y me erizan el pelo. Mucha gente, pisotones, empujones.
Me llega un mensaje en el que me dicen, sin ninguna explicación, que no me acreditan para hacer unas entrevistas, y volvemos a lo de estar todos los puñeteros días sin un trabajo, que antes o después acabará la jodida crisis, pero sólo seré un deshecho más de esta mierda de sistema.
Y de ahí me voy a pensar si no pagaré caro mi última locura, la de abandonar mi universidad para irme a otra, a empezar otra vez de cero, y a prisa y corriendo, a recuperar el tiempo perdido, pero con las mismas o incluso menos expectativas de llegar a nada.
Y luego el recuerdo de un sueño. Un sueño en el que alguien ha tenido que viajar 16 años en el tiempo para venir a darme la mano. Unas manos grandes y calientes que no consiguen calentar las mías, frías, huesudas, castigadas por la humedad y vacías e inútiles.
Y luego llega una factura de móvil que no puedo pagar porque es el doble de lo que esperaba, y me lleva más de media hora solucionar un problema fruto de un error que no era mío.
Y estoy mala, y muy cansada, y sólo quiero acostarme y hacer como que este día no ha sido nunca, y mañana despertarme para tratar de hacer diferente otro día cualquiera de otro mes cualquiera.