El día siguiente fue increíblemente largo y surrealista. Fuimos a desayunar a La Mallorquina, y salimos hacia el Retiro por Alcalá. Al ver el estanque, mi prima propuso que alquiláramos una barca pero hay veces en las que hasta yo tengo que pararme a pensar: yo, que soy una persona torpe +ella, que también tiene sus ratos torpes + una barca + en un estanque enorme + remos + 20 kilos de diferencia entre una y otra (muy poca estabilidad entre proa y popa) + mucha gente mirando. No sé a vosotros, pero por más que lo sumo siempre me da un capuzón en agua verde. Así que nos subimos en un barco solar… que iba a -10 km/h. Sí sí, a -10. Parecía imposible que nada en toda la Tierra pudiera ir más despacio. Estos madrileños… con eso de que no tienen playa se lo tragan todo. Pero bueno, se estaba bien.
Seguimos nuestra excursión hasta eso que llaman La casita del pescador y que me parece el rincón más adorable de todo Madrid. En el Palacio de Cristal, justo enfrente, había una exposición. Atención: ¿Son humanos los animales? Cosas expuestas: una rata gigante y un oso panda de peluche colgados del techo, y un par de altavoces de los que de vez en cuando salía algún tipo de ruido. Demasiado posmoderno para mi gusto.
La siguiente parada era el teleférico. Yo tenía las mismas ganas de comerme una mano que de ir allí pero: “Pobretica, vamos a hacer lo que dice, que está muy ilusionada”. Caminata, metro, caminata, y fuimos. Faltaba menos de un cuarto de hora para cerrar, así que teníamos que hacer el viaje de ida y esperar hasta las tres para volver. “Carmen, mira que esto te deja tirá en medio de la Casa de Campo; que nos van a quitar hasta los planos; para qué quieres subirte si no vamos a ir al parque de atracciones; que no nos va a dar tiempo de comer con Débora; que no me apetece…” Aun así, y a pesar de que creo que hasta hice pucheros, mi prima insistió (¡y en la feria ni siquiera se monta en la noria!) y nos embarcamos en una cabina a 45 metros sobre el Manzanares. Tengo que admitir que la vista es chula pero puedo prometer y prometo que pasará mucho, muchísimo tiempo, antes de que me monte otra vez. Y no fue por la altura, sino por lo que vino después.
3 comentarios:
Parecen ustedes que tienen contratado un Túnel del Tiempo particular, hacen unos curiosos desplazamientos espacio temporales. La mallorquina está en Sol -la que yo conozco- y de ahí alehop al Retiro. ¿Botas de Siete Leguas?
También puede que la Mallorquina sea como el Museo del Jamón; uno en cada esquina.
Que miedo, “por lo que vino después”!
Dan miedo, parece como si Madrid fuera Port Aventura.
¡Qué ganas de desaprovechar el palacio de cristal poniendo esas exposiciones raras!
Xnem: A mí también me dan miedo, ¡qué peligro!
X, parece mentira que se dedique usted a recorrer el mundo. Efectivamente, La Mallorquina es la de Sol, y el Retiro es el de el Retiro. Tampoco está tan lejos.
De todas formas, estoy acostumbrada a patearme Madrid cada evz que voy. Una vez lo calculé con el google earth y me salieron 14km. Viajar para no ver nada no merece la pena!!
Amelche, y que lo digas. De todas las veces que he ido, ha sido la única que he entrado y, desde luego, la exposición era una birria. En fin... otra vez será.
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