Llevo más de una hora en pie y prácticamente no he podido hacer nada. Unos albañiles de cháchara en una de las casas del patio de luces, varias vecinas haciendo chirriar las cuerdas del tendedor, Adolfo y su madre discutiendo, una mañana más, porque él no quiere ir al colegio... por la parte de delante, otra manifestación (¿por qué aquí?), un hombre taladrando una acera, otro recogiendo trozos de acera con una pala, el de la sirena de la manifestación otra vez (como baje se va a comer el megáfono), uno que pita porque hay otro mal aparcado (llama a la grúa y no pites, que en ciudad está prohibido a no ser que haya peligro de accidente, y más en una calle donde hay un colegio y una biblioteca), alguien que se debe de estar dando cabezazos contra la pared, la de arriba arrastrando los muebles... y de un momento a otro empezará a tocar una flautista que tenemos en la otra escalera, que la pobre está estudiando y necesita practicar todos los mediodías y todas las tardes hasta las 8, que entonces le toca estudiar a su compañero de piso pianista.
¿Por qué no te pones tapones? me dijo Pedro el otro día. Me río yo de los tapones. Todavía no han inventado unos tapones para vivir en esta casa.
4 comentarios:
Pues tendrás que irte tú a la biblioteca... O cambiarte de casa, pero eso no es tan fácil.
Lo que necesitas es un chalecito en las afueras. Venga, que están de rebajas.
mira el lado bueno, nunca te sentirás sola. :-)
Amelche, la biblioteca en estas fechas es como un campo de batalla. Francamente, no tengo ningunas ganas de hacer cola en la puerta para conseguir un sitio.
If, eso mismo pensaban mis padres cuando compramos la casa de la playa, y mira. Ya estoy temiendo lo que los vecinos nos preparan este verano...
Metis, ¿nunca has oído que la soledad es estar rodeada de gente que no te importa? A lo mejor me lo acabo de inventar.
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